El Poder de los Derechos de Propiedad
por el Profesor Tom W Bell

 

¿Por qué tener derechos de propiedad? A los ricos les gustan, por supuesto. Ellos viven en grandes casas, conducen buenos coches y disfrutan de todos los lujos materiales que el derecho de propiedad ampara.

Sin embargo, los derechos de propiedad no son sólo para los ricos; sino que nos son útiles a todos. Delimitando quién puede hacer qué con cada casa, coche y demás cosas, los derechos de propiedad nos ayudan a vivir juntos en paz y prosperidad. Los derechos de propiedad impregnan nuestra sociedad, incentivando el trabajo productivo y desincentivando el despilfarro. Todos nos beneficiamos de los derechos de propiedad. De hecho, demuestran ser especialmente valiosos para los que tienen menos. Para ver por qué, bajemos a la playa.

¿Queréis un buen ejemplo de cómo van mal las cosas cuando no hay derechos de propiedad? Considerad una casa embargada cuya titularidad esté en litigio. Cuando no está claro quién es el dueño de algo, nadie tiene ningún incentivo para conservarlo ni cuidarlo. El resultado: abandono, ruina y suciedad.

Los derechos de propiedad nos ayudan a evitar conflictos con todo tipo de recursos, desde casas y coches, hasta olas. Básicamente, incluso el mejor pico (la mejor rompiente) sólo proporciona un número limitado de olas surfeables. Para empeorar las cosas, cada ola sólo puede ser aprovechada por un surfista cada vez. Si combinamos a muchos surfistas con sólo unas pocas buenas olas, surgirá un conflicto sobre recursos escasos. Los derechos de propiedad vienen al rescate. Los surfistas han adoptado normas para ayudarles a compartir las olas. Básicamente, el surfista que toma la ola más cerca de donde rompe tiene el derecho exclusivo de seguir en ella (de montarla?). Pero si ese surfista se cae, o pierde la ola, o la espuma lo pilla, el siguiente surfista puede montar la ola. De esta manera, los surfistas pueden compartir las olas sin que se desperdicien. En efecto, los surfistas respetan los derechos de propiedad sobre las olas. De hecho, si un surfista le salta la ola a otro, el surfista al que le corresponde le gritará, ¡mi ola! Puede llegarse a palabras más duras o incluso a la violencia física si la transgresión continúa. Los derechos de propiedad sobre las olas pueden no durar mucho, pero los surfistas se los toman muy en serio.

Los economistas clásicos se toman los derechos de propiedad muy en serio también. Para descubrir por qué, acudamos a los libros.

En la actualidad, felizmente, casi todo el mundo entiende que los derechos de propiedad incentivan el crecimiento económico; pero los pensadores liberales clásicos comprenden, con especial profundidad, de dónde provienen los derechos de propiedad y por qué son tan importantes.

Los liberales clásicos no ven los derechos de propiedad como privilegios creados por políticos clarividentes con buena voluntad. El economista ganador del Nobel Friedrich Hayek situó el origen de los derechos de propiedad incluso en la prehistoria: “Es incuestionable ahora que el reconocimiento de los derechos de propiedad precede al surgimiento de incluso las culturas más primitivas, y es seguro que todo lo que llamamos civilización ha madurado a partir de ese orden espontaneo de acciones que se hace posible por la definición de derechos de propiedad de individuos o grupos.” Difícilmente podemos imaginarnos la vida sin derechos de propiedad, que según Hayek son: “la única solución que el hombre ha descubierto hasta el momento al problema de reconciliar la libertad individual con la ausencia de conflictos. Derecho, libertad y propiedad son un trío inseparable.”

Como el jurista Randy Barnett los describe: “Los derechos de propiedad son ‘naturales‘ en el sentido de que, dada la naturaleza de los seres humanos y del mundo en el que viven, son imprescindibles para que personas que viven en sociedad puedan perseguir la felicidad, la paz y la prosperidad.”

Asumido que los derechos de propiedad son vitales para la sociedad humana, ¿qué debemos hacer con respecto a las desigualdades económicas?

No podemos impedir esas desigualdades, como explicó el filósofo Robert Nozick, a menos que estemos dispuestos a soportar que el estado: “intervenga continuamente para impedir que la gente transfiera recursos libremente, o intervenga continua (o periódicamente) para quitar a algunas personas recursos que otras, por la razón que sea, decidieron transferirles”. A los defensores de redistribuir la riqueza para conseguir igualdad, Nozick les advirtió con ironía: “La libertad perturba los patrones.”

Y el respeto inquebrantable por los derechos de propiedad genera tanta riqueza que todo el mundo se beneficia. Como dijo el economista austriaco Ludwig von Mises: “Incluso el hombre pobre sin nada de su propiedad vive incomparablemente mejor en nuestra sociedad de lo que viviría en otra sociedad que no fuera capaz de producir ni siquiera una fracción de lo que se produce en la nuestra.” Desde el rico hasta el pobre, del mar a la montaña, los derechos de propiedad nos ayudan a vivir juntos en paz, prosperidad y libertad. Todos podemos verlo.


Volver arriba